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Tranquilos. El título no es una indirecta a lo escueta que es nuestra visión del mundo, la galaxia, el universo o el más allá y el más aquí. Se trata de una entrada de rigurosa investigación científica en la cual os explicaré el porqué de mi afirmación.

En esta era tecnológica estamos la mar de acostumbrados a ver como la palabra 3D (tres dimensiones espaciales) le da un sentido chic a cualquier aparato Gafas 3Do instrumento.

Por ejemplo tenemos los cines 3D o Imax que sólo con oír su nombre nos evocan a películas de 2ª categoría o reportajes de naturaleza más gafas semáforo. O bien tenemos las películas de animación de supuestas 3D que se proyectan en pantallas con un «volumen» de 6 x 3 x 0,01 metros.

Así que voy a señalar lo que todos tenemos cómo postulados inquebrantables en nuestras vidas. Somos entes que vemos en 3D, comemos en 3D, follamos en 3D y vamos al lavabo en 3D. En definitiva somos los dioses del 3D. Nuestro mundo es 3D y nosotros lo dominamos y lo transformamos haciendo que le física (en 3D) esté a nuestros pies: «las dimensiones no se pierden o se generan, todo se transforma en 3D si la humanidad lo desea».

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Manual de la NASA para el ingeniero de a pie, cazado en el tablero de detrás de la puerta de la entrada de donde trabajamos. Por favor pasen, sonrían y valoren este manual aplicable en muchos otros entornos de trabajo donde la ingeniería es clave. Yo comulgo en muchos de los puntos, ¿ustedes?

 

LIDERANDO NUESTROS LÍDERES

Autor: Desconocido
Traducción: por el forro y por mi.

Recientemente me ha venido a la cabeza que cuando entré en la NASA, mi jefe de proyecto organizó unos seminarios o clases destinadas a encauzar a los novatos recién horneados. El objetivo de las clases era instruir a los nuevos ingenieros aterrizados del cielo. Recuerdo especialmente que nos dijo claramente que nosotros somos los que debemos guiar a nuestros líderes, entiendase jefes. Todavía hoy lo considero un consejo acertado. A continuación me gustaría compartir lo que oí en dichas clases. Resumen de lo que nos dijo el jefe:

Primeramente dejenme recordarles que vuestros líderes/jefes no son demasiado inteligentes.

Vale, a lo mejor Mike Griffin (el presi de la NASA) es inteligente, pero el resto de nosotros necesitamos mucha ayuda.

Hace ya mucho tiempo, algunos de nosotros eramos más o menos inteligentes en determinados temas. Pero desde entonces ya ha llovido mucho y ser jefe acaba por adormecer las habilidades propias.

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Así que como decía mi anterior post con escaso sentido, la lógica pura es una cosa y el sentido común otra. Por supuesto si conociéramos todas las variables existentes en el Universo y la capacidad de procesado lógico pertinente, entonces quizás tendríamos la respuesta a la pregunta final sobre El sentido de la vida, el Universo y todo lo demás y que erróneamente algunos pensaban que era 42.

Respecto a este tema, sale de mi, una fuerza interior que me obliga a comentar que… Como friki que soy, tengo conocimiento friki de un juego friki que de momento no se tambalea ante las embestidas del bit y del chip, me refiero lógicamente al Go (ahora es cuando mis amigos emiten un suspiro). Esto se puede comprobar aquí donde estoy ahora mismo. No me refiero a la moqueta de mi habitación sino al lodge. Los inquilinos del edificio A (hay A y B), básicamente becarios de Google, que conocen en su mayor parte el juego y es que por lo visto está en el punto de mira de muchos programadores de Inteligencia Artificial.

De forma que he desenvainado mi abanico japonés, y me he puesto a ametrallar a todo aquel que musitara que conocía el juego. Y la verdad, no me puedo quejar. Ahora mismo tengo a varias personas que vienen a buscarme para que les instruya. Por ejemplo la venezolana-americana Beatriz que un día sí un día no me visita y ya en nivel más avanzado está Hyung Soo (pero le llamo Juán a petición del mismo sujeto), el coreano americano o el americano acoreanado. Como buen discípulo de la familia coreana, aprendió a jugar a Go de la mano de su padre, su padre de su abuelo, su abuelo de su bisabuelo, etc, etc.

Así que un Sábado convencí a Juán para ir al San Francisco Go Club. No me preguntéis cómo. Allí nos encontramos con dos colegas del lodge que iban igual de perdidos pero con

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La lógica

Dedicado al indio físico que dio una charla en el IEEC sobre cómo deducir facilonamente la Teoría de la Relatividad General mediante cuatro conceptos incluso sin conocer las leyes de Maxwell:

Andaba Da siguiendo el mismo trecho de cada día camino de su casa. Iba Ja también con Da. Venían los dos de una dura jornada de trabajo. Se conocían de sobras ya que eran colegas de trabajo y por encima de todo amigos. De forma que intercambiar meras insulsas palabras no entraba en sus planes en la caminata de vuelta.

Da que siempre se ensimismaba pensando, iba con piloto automático emborrachado de ideas nuevas que había descubierto el mismo día. Ja no era menos y lo que menos apreciaban sus ojos es si una bicicleta venía en sentido contrario, en cambio no se perdía ni un aleteo de un pájaro, ni un remolino del viento, ni un rayo de Sol púrpura escapándose de la puesta. Da saboreaba su universo interno, mientras Ja sorbía con fanatismo el universo exterior que le envolvía. Eran los dos, dos pensadores. Desde la planta de sus pies, hasta el más alto de sus cabellos, todo en ellos era materia pensante. Dos pequeños sabios que un día habían chocado y sin demasiada palabrería habían formado una profunda amistad.

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Googlemanía

— Hi, I am Patrick. Nice to meet you.
Hello, nice to meet you. I am Julia, Googler. You are…?
— I am NASA
Bla, bla, bla, bla.
Bla, bla,…

Así de pavos nos mostramos cuando uno se encuentra con alguien nuevo. Se trata del lenguaje desarrollado a través de varias semanas de pavoneo seguido, donde en un caso uno se presenta como la entidad NASA (I am NASA) y en el otro caso uno se presenta como uno que hace googladas (Googler). Aunque sucede que en esto también hay excepciones y de vez en cuando aparece algún elemento desperdigado que es SETI o es familiar a secas de algún otro elemento del corral.

De modo que como ya he explicado hay dos bandos: los que se quedan hasta altas horas de la tarde/noche y los que salimos en horarios decentes. El primer grupo se trata de los Googlers y el segundo de los NASA.

Pero no teman por la integridad de los becarios, hasta lo que he podido comprobar no encadenan a nadie en Google. Bueno, podríamos decir que los encadenan pero usando métodos alternativos: los del entretenimiento y el placer.

 

Nos presentamos el día 5º, que era Jueves, Catherina, Ralston y yo, en la sede de Google. De algún modo teníamos que averiguar porque su agua embotellada llamada Smart Water sabía tan bien, tan pura y mineralizada en su punto.

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(Prometo poner fotos una vez las saque de la cámara)

Aquí, on base, como decimos normalmente, es donde se sitúa el lodge donde a su vez vivimos la mayoría de los becarios. Dos edificios (uno para los becarios NASA y otro para los Googlers) estilizadamente rectangulares y enclavados perpendicularmente. Digamos que a vista de pájaro forman un ángulo de 90 º y en medio cobijan nuestro querido patio. Cada uno de estos edificios consta de dos plantas donde el pasillo-balcón rodea las habitaciones, cada planta dispone de unas 10 habitaciones, cada habitación de dos camas y normalmente dos huéspedes.

El patio dispone de barbacoa, bancos, mesas y además es el punto caliente para la WiFi. Así que en mi caso puedo afirmar que soy afortunado, ya que desde mi nido en la primera planta puedo husmear quién está en el epicentro sin temor a ser percibido y a la vez soy una de las habitaciones que capta la WiFi.

Estábamos charlando animosamente unos cuantos del lodge en el descrito patio cuando apareció John. Como no, se trata de un americano que desciende de familia extranjera. Más concretamente de Hong Kong. Además sucede que había estado yo leyendo el «Surely youre joking Mr. Feynmam» que contaba las mil maravillas de la que había sido la sede de sus primeros y genuinos años como universitario en el Massachussets Institute of Technology (MIT). De modo que aquí tenía un individuo aparentemente inofensivo, un tanto nervioso en sus movimientos pero dulce en rasgos y palabras, y con el halo de que algo se cocía en su mente.

Roman y él, se enfrascaban en una conversación sobre rompecabezas. Mientras tanto permanecía yo a la escucha ya que desconocía los rompecabezas que ellos decían conocer. El primer rompecabezas decía… (Las respuestas las dejo al final del post)

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El otro día fuimos de compras. Lo enfatizo por ser excepción, no debido a nuestra motivación sino porque estamos en cierta medida aislados por la distancia que nos separa del supermercado más cercano.

El «fuimos»consistía en Ralston, étnicamente un nativo de estas tierras que todavía conserva el bigotillo de adolescente estrenado pese a sus 20 añicos, y Cat (Catherina), amiga y navaja suiza de los contactos sociales en el lodge. Íbamos en dirección a la única dirección que conocemos, salir del centro y coger la carretera hasta encontrar la estación de el CalTrain, en Downtown Mountain View.

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Por fin he llegado al NASA Ames Research Center. Sitio donde trabajaré en una beca de 3 meses en el departamento Small Spacecraft Office. Creo que empieza a ser muy normal que los aviones se retarden o que haya overbooking en estos días. De modo que esta vez me ha tocado a mi sufrir las consecuencias.

Viernes 15 de Junio, Prat del Llobregat (Barcelona):

En el momento de embarcar el equipaje, el hombre que me atiende como personal de Lufthansa me dice que no consto en el vuelo desde Frankfurt hacia San Francisco. No hay otra solución que una vez llegado a Frankfurt, me vaya a una de las oficinas de United Airlines (con la que hago el vuelo trasatlántico), y con el puñal en la boca y una daga en la mano, les pida que por favor, me digan qué problema hay. Me advierte que posiblemente se trate de un problema de deletreo de mi nombre y que por esta razón no consto.

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No me ha sucedido una vez, ni dos, ni tres. Es algo común y posiblemente no merezca que se criminalice a los que lo afirman, al igual que no se puede criminalizar al que los ojos se tapa, o al que viajar le cansa. Sin embargo, yo que me defino, no sin cierta vergüenza, cinéfilo puedo sentir como que el mundo está haciendo un agravio al no meter en algunas cabezas el gusto por cierto tipo de películas.

Un tipo de películas, que si bien, seguro no son las más vistas, sí que forman el mayor espectro en cuanto a diversidad. Porque, señores, hay diversidad en este mundo. Al igual que hay negros, mulatos y blancos. O hay perros, gatos y canarios. E incluso, aunque cada vez menos, hay leones, tigres y panteras. En el universo del llamado séptimo arte hay muchos tipos de películas.

No son pocas las personalidades, o las personas que ostentan posiciones importantes, que repiten con ahínco un argumento que me produce dolor de cabeza durante el rato que dura la entrevista. Seguramente se trata de gente que sigue el arte, la moda e incluso va a cenas y degusta exquisitos platos de arroz nitrogenado o gaseados postres de crema catalana, sin embargo son el desierto en cuanto a cine se refiere. Porque no, no admito por demostración al absurdo, y ese absurdo si quieren se trata de mi persona, que una película que no presente o acción, o suspense, o sexo no pueda entretener.

Sin posiblemente pensárselo surgen de entre sus dientes eufemismos, como que uno va al cine para entretenerse y no para pensar. Pero cómo se delatan. Cuando llego aquí mi exclamación es de derivada cero y segunda negativa. Pensar… Escuchen, las películas si no son de acción, suspense o sexo, no significa que pensemos. Una historia lenta de amores imposibles puede ser igual de conmovedora y mi cuerpo no sale exhausto del salón de cine. O cuando voy y tengo el placer de degustar películas tipo “Abre los ojos”, no salgo de allí como si mis neuronas hubieran corrido una maratón.

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Quería llegar yo a comentar algo que desde mi punto de vista me parecía curioso como jugador aficionado al juego de mesa Go (no leer «gou» sino tal como se escribe). Se trata de la llamada Partida de la Bomba Atómica.

Situémonos en fecha y lugar:
Suburbio de la ciudad de Hiroshima, 9 de Agosto del año 1945, 2ª Guerra Mundial en curso.

Día fatídico para los habitantes de la ciudad industrial (militar en esos momentos) de Hiroshima. El ejército americano quería demostrar al bando enemigo japonés que la guerra no la podrían ganar, y para tal fin, era necesario una demostración de fuerza bruta. En un principio se contempló ir a por Kyoto, pero se descartó, de modo que hubiera una ciudad de clase media capaz de apreciar lo que había ocurrido. Además, por si fuera poco Hiroshima estaba rodeada de pequeños montes que la hacían ideal para causar un efecto de amplificación en el poder destructivo del arma total: la bomba atómica. Hiroshima y también para los de Nagasaki. El

 

Al final del mismo año, se calcula que habían muerto 140.000 personas aproximadamente debido simplemente a la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima: la Little Boy. El radio de destrucción total fue de un 1,4 km.

Mientras tanto, en el jardín de una casa situado en las afueras de Hiroshima un tipo que estaba en el jardín observaba un destello extremo y seguidamente aparecía en un cerrar de ojos, la llamada «seta» de humo por encima de su cabeza. Todo esto para a continuación recibir la tremenda onda expansiva rompiendo las ventanas y dejando la casa hecha un desastre. La Little Boy acaba de aterrizar delante de sus narices.

La persona en cuestión se llamaba Hashimoto Hutaro, poseedor del título Honinbo: uno de los títulos más importantes en el mundillo del Go, que en ese momento estaba disputando «la final» contra Iwamoto Kaoru. A pesar de que todas las piedras (fichas) fueron dispersadas por el suelo por la intrusa e inesperada visita de la bomba, volvieron a poner la partida donde había sido «pausada» y la finalizaron el mismo día, siendo Iwamoto el ganador.

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