Tranquilos. El título no es una indirecta a lo escueta que es nuestra visión del mundo, la galaxia, el universo o el más allá y el más aquí. Se trata de una entrada de rigurosa investigación científica en la cual os explicaré el porqué de mi afirmación.
En esta era tecnológica estamos la mar de acostumbrados a ver como la palabra 3D (tres dimensiones espaciales) le da un sentido chic a cualquier aparato o instrumento.
Por ejemplo tenemos los cines 3D o Imax que sólo con oír su nombre nos evocan a películas de 2ª categoría o reportajes de naturaleza más gafas semáforo. O bien tenemos las películas de animación de supuestas 3D que se proyectan en pantallas con un «volumen» de 6 x 3 x 0,01 metros.
Así que voy a señalar lo que todos tenemos cómo postulados inquebrantables en nuestras vidas. Somos entes que vemos en 3D, comemos en 3D, follamos en 3D y vamos al lavabo en 3D. En definitiva somos los dioses del 3D. Nuestro mundo es 3D y nosotros lo dominamos y lo transformamos haciendo que le física (en 3D) esté a nuestros pies: «las dimensiones no se pierden o se generan, todo se transforma en 3D si la humanidad lo desea».